jueves, diciembre 07, 2006

Mapas, poder y conocimiento: J. Brian Harley o el giro post estructuralista de la Historia de la Cartografía

Brian Harley es reconocido como la figura líder de los estudios de historia de la cartografía de finales del siglo XX en el mundo angloparlante[1] . Entre sus escritos más famosos se encuentran los primeros volúmenes del monumental proyecto The History of Cartography [2], y desde 1987, una serie de artículos muy polémicos, en los que explora las condiciones sociales de la cartografía y de la producción y usos de los mapas, lanzando fuertes críticas a la cartografía moderna y sus prácticas académicas:

“A lo largo de una gran parte de la Historia, el cartógrafo fue un títere vestido con un lenguaje técnico, cuyos hilos eran manejados por otras personas” ([1988], 67). “Al igual que las armas de fuego y los barcos de guerra, los mapas han sido armas del imperialismo” ([1988], 85)

Como destaca Matthew Edney -actual director del proyecto The History of Cartography [3]-, desde inicios de los años ochenta, algunos cartógrafos que “no fueron hipnotizados por las tecnologías digitales, se acercaron a las semiología y la semiótica como forma de concebir los mapas. Parte de esta exploración fue realizada en términos históricos” (2006, 18) por teóricos críticos del empiricismo que abogaron por una transformación en la manera de interpretar la naturaleza de los mapas, hasta entonces centrada en un paradigma evolucionista que situaba el desarrollo de la cartografía moderna en una camino de progreso hacia la perfección de sus técnicas, prácticas y herramientas. En efecto, entre los cartógrafos académicos había primado, desde los años sesenta, la idea de que los mapas eran una forma de lenguaje, y que la cartografía, como ciencia, debía descubrir y perfeccionar la gramática y la sintaxis de comunicación de los mapas (modelo de comunicación cartográfica). De esta manera, apunta Edney, los cartógrafos académicos norteamericanos e ingleses buscaban desarrollar las bases intelectuales de lo que ellos esperaban se convirtiera en una disciplina diferente y diferenciada de la geografía (2005, 113).

Distanciándose de los cartógrafos académicos y sus modelos de comunicación cartográfica, varios historiadores de la cartografía exploraron a lo largo de la década del 80 diversas alternativas de entender la naturaleza de los mapas recurriendo a la historia del arte, la historia de la ciencia, la antropología, la crítica literaria, la semiología y los estudios culturales; acercando así, las preguntas de la historia de la cartografía a las de las historias sociales de la cultura (arte, ciencia, tecnología, etc.).
Harley, en particular, abordó el estudio de los mapas como expresiones de poder: “Nuestra tarea es buscar las fuerzas sociales que han estructurado la cartografía para luego ubicar la presencia del poder, así como sus efectos, en todo el conocimiento de los mapas” ([1990], 188). Así emprendió la puesta en evidencia del carácter político de los significados simbólicos de los mapas y de su manipulación en beneficio de los intereses de los poderosos, y rechazando de plano las pretensiones de neutralidad de la cartografía empiricista y “los cánones de la crítica cartográfica tradicional con sus oposiciones binarias entre mapas ciertos y falsos, precisos e imprecisos, objetivos y subjetivos, literales y simbólicos, o los basados en una noción de integridad científica opuesta a la de distorsión ideológica”:

“Lejos de fungir como una simple imagen de la naturaleza que puede ser verdadera o falsa, los mapas redescriben el mundo, al igual que cualquier otro documento, en términos de relaciones y prácticas de poder, preferencias y prioridades culturales. Lo que leemos en un mapa está tan relacionado con un mundo social invisible y con la ideología como con los fenómenos vistos y medidos en el paisaje. Los mapas siempre muestran más que la suma inalterada de un conjunto de técnicas” ([1990], 61).

“Tanto en la selectividad de sus contenidos, como en sus signos y estilos de representación, los mapas son una manera de concebir, articular y estructurar el mundo humano, que se inclina hacia, es promovido por, y ejerce una influencia sobre grupos particulares de relaciones sociales. Al aceptar tales premisas se puede ver mejor los susceptibles que son a la manipulación por parte de los poderosos de la sociedad” ([1988]:80)


¿Porqué los mapas funcionan como expresiones de poder?, ¿qué poder expresan los mapas?, ¿cómo resultan los mapas imbuidos por ese poder?, ¿cuáles son los efectos sociales de ese poder?, son algunas de las preguntas que Harley decide examinar. De ahí su interés por el argumento foucaultiano de que “la búsqueda de la verdad no es una actividad objetiva y neutral, sino que esta relacionada íntimamente con el anhelo de poder de quien busca la verdad” y de que “el conocimiento es una forma de poder, una forma de presentar los valores propios disfrazados de un desinterés científico” ([1988], 82), y la adopción del análisis que Michel Foucault realiza del Estado moderno y sus tecnologías de conocimiento y control de la población y el territorio:

“It is immediately obvious why such an argument World appeal to Harley: it provided not only a rationale for understanding maps as technologies of power but also an explanation for how even the seemingly valueless, "scientific" modern map imposed its values on society”, comenta al respecto Ednay (2005, 91).

En Mapas, conocimiento y poder [1988], Harley presenta una serie de ejemplos de cómo los mapas -y su elaboración-, encarnan ideologías culturales que han servido de herramientas de dominación social y territorial del Estado moderno. En particular explora tres problemáticas:

1. El contexto político de los mapas: esto es las fuerzas sociales que históricamente han regulado la producción de mapas (imperios, Estados-nacionales, y los derechos de propiedad sobre el territorio), y cómo la elaboración de mapas ha funcionado tradicionalmente en beneficio del poder de las elites sociales mediante la creación e imposición de realidades espaciales: “los mapas se usaron para legitimar la realidad de la conquista y el imperio […] la lucha por África , en que los poderes europeos fragmentaron la identidad de la organización territorial indígena, se ha vuelto casi un texto ejemplar de estos efectos” ([1988], 85-87).


2. El contenido de los mapas en las transacciones de poder: esto es la forma en la cual el ejercicio de poder estructura el contenido de los mapas. Por un lado, mediante manipulaciones concientes y determinaciones deliberadas del contenido y de los símbolos de representación cartográfica (propaganda, censura, control e contenidos). Pero también más sutil y generalizadamente mediante distorsiones inconcientes, resultado del proceso “mediante el cual el contenido de los mapas recibe la influencia de los valores de la sociedad que produce el mapa” y observables en las “reglas y estructuras ocultas” de los mapas: en particular i) las geometrías subliminales, como por ejemplo la proyección Mercator “y su contribución al sentido europeo de superioridad” ; ii) las tendencias jerárquicas de la representación cartográfica que reflejan las ideologías sociales predominantes y son acordes con las jerarquías sociales establecidas; y iii) los silencios en los contenidos, que no son residuales sino por el contrario “activos” en la producción de conocimiento: [a]

(el "Sur enano" de la proyección Mercator)

3. Poder simbólico y efectos sociales del conocimiento cartográfico. Harley resalta cómo al ser parte de un sistema mayor de de signos que sostiene las jerarquías sociales y políticas, el “hecho” cartográfico resulta en si mismo un símbolo que refuerza el ejercicio de poder. Los cartógrafos contemporaneos, insiste Harley “por lo general consideran que sus mapas son manifestaciones escritas concretas en el lenguaje de las matemáticas; no obstante, siempre son metáforas o símbolos del mundo” ([1990],63); “lejos de ser incompatibles con el poder simbólico, las mediciones más exactas lo refuerzan. La precisión se convirtió en el nuevo talismán de la autoridad cartográfica” ([1988], 107),

(contrapropuesta de Peters a la proyección mercator

Estas tres problemáticas, al igual que otras que Harley aborda en sus artículos de los años inmediatamente anteriores a su muerte (1991), tenían el marcado carácter de aproximaciones preliminares “que aún deben ser exploradas en contextos históricos específicos” advierte Harley ([1988],112).

A nivel teórico tal carácter exploratorio se refleja en la introducción ecléctica de conceptos y su combinación experimental, en diferentes fases de su argumentación, para propósitos específicos. En Hacia una deconstrucción del mapa [1989], señala, por ejemplo:

“Las ideas de este artículo se deben en su mayoría a textos de Foucault y Derrida. Mi enfoque es deliberadamente ecléctico porque en algunos aspectos las posturas teóricas de estos dos autores son incompatibles. Foucault basa sus textos e realidades sociopolíticas y construye sistemas de organización del conocimiento del tipo que a Derrida le encanta desmantelar. Un esquema así, no ofrece soluciones para una interpretación histórica del registro cartográfico, tampoco un método exacto o un conjunto de técnicas, sino una estrategia amplia que puede ayudar a ubicar algunas de las fuerzas fundamentales que han impulsado el trazado de mapas en las sociedades europeas y no europeas. Desde los textos de Foucault, la revelación clave ha sido la omnipresencia del poder en todo el conocimiento, aún cuando ese poder es invisible o está implícito, incluso dentro del conocimiento específico codificado en los mapas y atlas (…) La deconstrucción [Derrida] nos insta a leer entre las líneas del mapa, en los márgenes del texto, y a través de sus tropos, para descubrir sus silencios y las contradicciones que desafían la aparente honestidad de la imagen” ([1989], 188, resaltado agregado)


Varios de sus lectores, críticos y comentaristas han resaltado el uso excesivamente selectivo o limitado que Harley realizó de diversidad de conceptos y teorías de la historia del arte, la semiótica, la sociología del conocimiento y el post estructuralismo[b]; y parece haber cierto consenso en el hecho de interpretar sus afirmaciones en un sentido mas ilustrativo y analógico que teorético:

“Harley wrote in the heat of the moment,out of passion for his subject and with a sometimes unguardedly sweeping enthusiasm for the idea of the day. Not surprisingly, his essays don’t always stand up to philosophical scrutiny. Measured consistency is not the point, though; or rather, it was not Harley’s objective” (Delano, 2001).

“Harley was interested, during this period, not so much in working through a theory of cartography as in presenting an approach to studying maps. As a result, his use of theories from other disciplines was often very didactic in nature: it was the principle that was important to Harley, not the precise details (…) The task facing scholars who seek to follow Harley's lead in developing a critical approach for the study of maps is to determine whether his various analogies are indeed valid. Which contribute to the formulation of meaningful cartographic theories? Which take us down unrewarding by-ways?”. (Ednay, 2005,88)

En los artículos aquí mencionados Harley tampoco provee categorías o técnicas de análisis consolidadas. De hecho su de un artículo a otro, reformula por ejemplo su compresión y uso de la metodología de análisis iconográfico de Erwin Panofsky (historia del arte), en la que inicialmente sustentaba su diferenciación de los usos prácticos, los sentidos simbólicos, y el problema político de la función social de los mapas. Para críticos de Harley como el empiricista J. Andrews, éste “no logra proporcionar lista alguna de tareas para los historiadores de mapas posmodernos o pos-posmodernos” ([1994], 57). Se podría afirmar, de otra parte, que a través de sus exploraciones conceptuales, Harley se empeñó más en establecer nuevas agendas de investigación que en empezar a desarrollarlas



A mi entender, lo que mas puede dificultar o facilitar una lectura de los artículos de Harley es el lograr comprender el doble proceso de desplazamiento cognitivo en el que se haya inmerso el autor en estos años: por un lado, Harley está trasladando su interés del análisis de mapas individuales (historia de los mapas) al análisis del lugar del mapa y de la cartografía en la sociedad, y desplazando su foco de atención de los contenidos de los mapas (historia de la cartografía) hacia la historia de la cartografía entendida como contexto de la ideología de los cartografía
Mientras que paralelamente, estaba transformando su comprensión de mapa como lenguaje (heredado del empiricismo) al de mapa como discurso (giro hacia el post-estructuralismo) transitando por diversos conceptos de mapa: mapa como símbolo, mapa como imagen, mapa como narrativa, mapa como retórica, y mapa como texto, que implicaba aceptar, por tanto, redescubrir la libertad de maniobra retórica del cartógrafo:
“Mi postura es aceptar que la retórica es parte de la forma en que funcionan todos los textos, de modo que todos los mapas son textos retóricos. Todos los mapas tratan de enmarcar su mensaje en el contexto de un público. Todos los mapas plantean un argumento acerca del mundo y son propositivos por naturaleza. Todos los mapas emplean los recursos comunes de la retórica como invocaciones de la autoridad y recurren a los lectores potenciales a través de uso de colores, decoración, tipografía, dedicatorias o justificaciones escritas de su método. Tanto en sus intenciones como en sus aplicaciones representan propósitos humanos subjetivos más que corresponder al funcionamiento de alguna ley fundamental de generalización cartográfica”


En este giro hacia el post-estructuralismo Harley "was unable to complete his appropriation of the ideas of Michel Foucault and other post-structuralist philosophers. He could never really accept, despite his frequent comments to the contrary, that meaning is read into maps by the reader and not predetermined by the map-maker. Nor could he accept that map meaning functions at a single, rhetorical level, and he continued to insist that maps have two levels of meaning, the factual and the symbolic. Accordingly, he remained insistent that social elites wield their power to manipulate otherwise pristine map content. No matter how much he stated that "maps are texts," he did not appreciate all the myriad implications of this simple phrase. In other words, part of him remained committed to his original, empiricist understanding of maps and cartography” (Ednay,2005, 115)


Bibiografía

Harley J. B. Mapas, conocimiento y poder [1988], Hacia una deconstrucción del mapa [1989], y Textos y contextos en la interpretación de los primeros mapas [1990]. Recopilados diez años después de su muerte, junto con otros cuatro artículos más en La Nueva Naturaleza de los Mapas [2001]. Fondo de Cultura Económica (Traducción de Leticia garcía cortés y Juan Carlos Rodríguez). México, 2005.

Edney, Matthew H. The Origins and Development of J. B. Harley’s Cartographic Theories. Special issue of Cartographica 40, nos. 1 & 2: Monograph 54. Toronto: University of Toronto Press, 2005.
http://www.geography.wisc.edu/histcart/index.html

Edney, Matthew H. Recent Trends in the History of Cartography: A Selective, Annotated Bibliography to the English-Language Literature. Version 2.0. Coordinates: Online Journal of the Map and Geography Round Table, American Library Association, ser. B, no. 6 (15, marzo 2006): http://www.sunysb.edu/libmap/coordinates/seriesb/no6/b6.pdf septiembre 2006).

Harley J. B. and Woodwar David. The History of Cartography. Founding editors d. 6 vols. in 12 books. Chicago: University of Chicago Press, 1987.
http://www.geography.wisc.edu/histcart/index.html

Delano-Smith, Catherine. The hidden meanings of maps. Nature. Vol 411, 10 MAY 2001.

[a] Este punto en particular es tema central del artículo de Harley Silencios y secretos. La agenda oculta de la cartografía en los albores de la Europa Moderna [1988 b], que igualmente se encuentra recopilado en La Nueva Naturaleza de los Mapas (2005)
[b] Matthew Edney (2006, 19-20)resume las críticas del historiador empiricista J. Andrews, de la postestructuralista Barbara Beylea, y de Denis Word